Un camino hacia la izquierda es el regreso marcado para aquellos que no tienen intención de subir el cerro. Comienza entonces el primer tramo de una escalada que en total llevará una o dos horas, según el ritmo de cada visitante. Se gira hacia la derecha y se divisan claramente unas flechas rojas marcadas en las rocas indicando el sentido a seguir. Hay que prestar atención a ellas para no perderse. Más adelante el camino deja de estar marcado y sólo una senda se abre en el monte para indicar la subida. Las piedras se hacen más grandes, algunas hay que treparlas, otras hay que rodearlas para poder continuar. Los árboles se ubican a ambos lados, la sombra es permanente en este tramo. Hay que tener precaución con las rocas para no resbalar, pequeños hilos de agua descienden sobre ellas.
El camino se hace cada vez más difícil, el monte de eucaliptos termina y ya no protege del sol, las rocas son más grandes. La vista desde aquí es increíble, se puede ver la costa, la ciudad, el castillo de Piria y en los días claros también es posible divisar Punta del Este. Es un buen lugar para detenerse y apreciar el paisaje. Hay que recargar energía porque todavía queda camino para recorrer. Hacia arriba se destaca la cruz que parece ubicarse cerca, pero el camino continúa y aún la cima no aparece. Luego de unos minutos el ascenso es menos empinado y la caminata requiere menos esfuerzo. Un trayecto rectilíneo es el preludio para llegar hasta los pies de la cruz. Es buen lugar para sentarse en el pasto, tomar algo fresco y sentir el viento dominando en la altura. Para los que aún tienen energía la invitación es subir hasta los brazos de la cruz para observar desde allí todo el entorno. El descenso se realiza por el mismo camino, siendo más fácil y rápido. Hay que tener precaución con las piedras sueltas para evitar caer, controlando la velocidad que se adquiere en la bajada.
La Rerserva
Una de las laderas se convirtió hace una centuaria, por decisión de Don Francisco Piria, fundador de Piriápolis, en una inmensa cantera que proveía de sólidas rocas de granito para la construcción del incipiente balneario. Las obras fueron de tal magnitud que ofrecían trabajo a más de 500 obreros. Se desarrolla en sus laderas una actividad zoológica que se originó en 1980 con la creación de la Estación de Cría de Fauna Autóctona por parte de la Intendencia Municipal de Maldonado. Se han aprovechado convenientemente los vestigios de la vetusta actividad, utilizándose caminos y construcciones que fueron adaptadas para su nueva función.
Fuente: elpais.com.uy
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